Como en la edición de diciembre 2021, retomamos este tema que tanto preocupa a toda la comuna 13. Antes del Código Urbanístico había sectores de la ciudad donde se podía construir hasta cinco pisos, pero como tenían un FOT muy bajo, no se llegaba a edificar hasta dicha altura porque los metros cuadrados construibles se agotaban antes. Bajo estos parámetros urbanísticos, se consolidaron barrios residenciales de casas bajas. Por ejemplo, grandes sectores de Núñez, donde la altura promedio no supera los dos pisos. En este barrio, en particular, la eliminación de la restricción del FOT permitió que la capacidad constructiva se incremente desde un 400% hasta un 1.000%. Este aumento exorbitante generó un proceso acelerado de renovación inmobiliaria (venta, demolición y construcción). Antes de la sanción del nuevo Código Urbanístico, no tenía ningún sentido económico demoler una vivienda para volver a construir una nueva con la misma cantidad de metros cuadrados construidos. En cambio, con el nuevo Código Urbanístico y las modificaciones realizadas a la normativa urbanística (la eliminación del FOT y FOS, aumento de altura, eliminación del retiro obligatorio de la línea oficial y disminución de la superficie del centro libre de manzana), en el caso de demoler una vivienda, se puede construir entre cuatro y diez veces más, dependiendo de la zona. En el barrio hay entre 5 a 6 casas demolidas en cada manzana alrededor de la plaza Félix Lima, a las cuales se suman otras tantas viviendas en venta. En dos o tres años la identidad del barrio, tal como la conocemos, desaparecerá. La otra imagen, en contraposición a un sector de la ciudad que parece bombardeado, es la organización ciudadana que resiste al embate inmobiliario colgando carteles y banderas rechazando el Código Urbanístico. El GCBA no realizó ningún plan de infraestructura de servicios públicos acorde con el incremento de la capacidad constructiva. Esta configuración de la normativa urbanística habilitó nuevamente un crecimiento constructivo sin considerar los impactos ambientales, sociales y culturales negativos, tal como ocurrió en el año 2000 con la sanción de la Ley 499 que aprobó el Código de Planeamiento Urbano. Unos seis años después, la infraestructura de servicios públicos colapsó, lo que llevó al entonces jefe de gobierno Jorge Telerman a firmar la suspensión de otorgamiento de nuevos permisos en seis barrios porteños: Villa Urquiza, Coghlan, Núñez, Palermo, Villa Pueyrredón y Caballito, el problema claramente se generó en los distritos residenciales de alta densidad. Ahora, la mala planificación afecta a los barrios residenciales de muy baja densidad. El Plan Urbano Ambiental, la ley con mayor jerarquía en la planificación de la ciudad, protege, por una parte, la existencia de la “pluralidad de formas residenciales” y por otra parte, otorga una doble protección a barrios residenciales de casas bajas como el de Núñez, dicho Plan establece que se deben “preservar los sectores urbanos de baja y media densidad que manifiestan características singulares de valor y buen grado de consolidación”. Núñez es un barrio residencial de casas bajas con características singulares de valor, con sus bulevares, arboledas, las lomas, las casas bajas con amplios jardines y la nutrida vegetación en los pulmones de manzana. Además, se establece en dos oportunidades, tanto en los capítulos de “Estructuras y Centralidades” como en el de “Hábitat y Vivienda”, la protección y el fortalecimiento de las identidades barriales, respetar esta significa respetar la morfología de densidad y tipo de sociabilidad y patrimonio de los barrios. Estos mandatos fueron violados con la sanción del Código Urbanístico. El incremento de la capacidad constructiva y de la ocupación del suelo con edificios, como se ha demostrado, está generando una renovación inmobiliaria y urbanística que implica la demolición de casas para la construcción de edificios multifamiliares con metros cuadrados construibles que llegan hasta decuplicar los existentes en las parcelas actuales. Ante esta situación, las familias del barrio se organizaron y realizaron radios abiertas y movilizaciones. También conformaron la Asamblea Vecinos Unidos de Núñez, la que juntamente con el “Movimiento La Ciudad Somos Quienes La Habitamos” se presentaron ante la Justicia para defender la identidad barrial, que está siendo destruida como consecuencia del estímulo a la renovación inmobiliaria y urbanística generado por el Código Urbanístico. La demolición de las casas para estos fines va acompañada de la desaparición de árboles en los terrenos, de la línea de arbolado y de la biodiversidad de la flora y fauna barrial. El aumento de la superficie de cemento, sin la ampliación de los espacios verdes, significa el incremento del efecto “isla de calor”. Antes del Código había sectores de la ciudad donde se podía construir hasta cinco pisos, pero como tenían un FOT muy bajo, no se llegaba a edificar hasta dicha altura porque los metros cuadrados que se podían construir se agotaban antes. El barrio de Núñez está modificando su morfología sustancialmente y, de proseguir este ritmo, desaparecerá su carácter de barrio residencial de casas bajas. La cantidad de demoliciones y construcciones que se activaron luego de la sanción del Código está produciendo un barricidio. También, el propio GCBA ha reconocido en el Modelo Territorial Buenos Aires 2010-2060, elaborado en 2009 por el Ministerio de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que la mayor parte del barrio de Núñez, de acuerdo con la capacidad constructiva dispuesta en el Código de Planeamiento Urbano derogado, se encontraba consolidada. Esto quiere decir que existía nula o muy poca diferencia entre la superficie construida y la superficie que se puede construir.
Núñez va a la Justicia para defender su identidad barrial
La Asamblea Vecinos Unidos de Núñez juntamente con “El Movimiento La Ciudad Somos Quienes La Habitamos” se presentaron ante la Justicia para defender la identidad del Barrio de Núñez
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