Belgrano y su rica historia

La redonda en el siglo pasado
165 años de crecimiento y progreso

Dice la historia que como parte de un plan de expansión del ejido municipal, casi treinta años después, la idea de RIVADAVIA pudo concretarse, ya que el 6 de diciembre de 1855, se le dio el nombre de “Belgrano” a un flamante pueblo incluido en la planificación urbanística que había hecho el agrimensor SATURNINO SALAS.  Si bien nació como una zona refinada, con veredas anchas y árboles frondosos, con gente elegante que vivía en enormes casas-quintas, fue desarrollándose hasta convertirse en uno de los centros urbanos y comerciales más importantes de la ciudad, uno de sus barrios más famosos y elegantes de Buenos Aires. Y que cuenta, además, con una historia de alternativas variadas. En los alrededores de Buenos Aires se levantaban entonces algunos barrios que se consideraban aledaños y no estaban incluidos en el ejido de la ciudad y entre ellos recordamos a San José de Flores, San Isidro y San Fernando y poco antes el partido de Barracas. Aunque desde hacía mucho tiempo las autoridades habían prometido dar el nombre de MANUEL BELGRANO a alguna nueva población, la promesa tardó en cumplirse. En 1855 algunos vecinos de San José de Flores, pobladores del paraje conocido entonces como Los alfalfares de Rosas”, terrenos que lindaban sobre las barrancas del Río de la Plata y que le fueran confiscados a JUAN MANUEL DE ROSAS por el gobierno de la provincia después de Caseros, pidieron al ministro ADOLFO ALSINA que se fundara un pueblo con nueva Iglesia y Juez de Paz, porque la población del suyo había crecido demasiado. ALSINA lo creó el 23 de noviembre y 13 días más tarde, el 6 de diciembre de 1855, se lo bautizó como “Belgrano”. El Acta de Fundación del “Pueblo de Belgrano” fue refrendada el 6 de diciembre de 1865 y desde entonces, ha generado tanta historia, tanta leyenda que lo ubican como uno de los barrios emblemáticos de Buenos Aires. Un año más tarde, “Belgrano”, que se estableció en una calera propiedad del Estado, se convirtió en partido judicial de campaña. La comercial y competitiva avenida Cabildo de hoy, era por esos tiempos de tierra y recorría desde Tigre todo el camino hasta el río y se la llamaba Camino Real. Hoy a lo largo de su recorrido recibe diferentes denominaciones: Santa Fe, Cabildo, Maipú, Centenario. Esta elegante ciudad, se caracterizó desde sus comienzos por las numerosas personalidades que en ella vivieron y que dejarían su obra como testigo de aquella época. En 1862 llegó el tren y así nacieron Belgrano R, por la línea ferroviaria que iba a Rosario, y Belgrano C, por la línea del ferrocarril Belgrano Central. En el pueblo estaban las quintas y residencias de verano de las familias más encumbradas del país y en algunas de las viejas casonas se tejió parte de la historia nacional, mezclada con leyendas de fantasmas y exorcismos. Durante la década de 1870 se levantaron algunas de las más bellas obras de arquitectura, convertidas ahora en museos, y también se construyó el mercado de Belgrano en Juramento y Ciudad de la Paz, que tuvo como primer concesionario a RAFAEL HERNÁNDEZ, hermano del autor del Martín Fierro. En 1880 el presidente NICOLÁS AVELLANEDA debió enfrentar la rebelión de CARLOS TEJEDOR y se instaló con sus ministros en Belgrano, hasta que poco después Buenos Aires, se declarara capital de la República. En 1887 la provincia cedió el territorio a la Capital, y Belgrano pasó a ser uno de los barrios porteños. Hoy quedan muy pocos de sus caserones de tejas a los que se refiere el Tango de SEBASTIÁN PIANA. Está superpoblado, tiene un tránsito infernal, pero sin embargo aún conserva su propio y secreto encanto, ofreciendo recuerdos de otra época entremezclados con una actualidad que asombra por su enjundia y pujanza. Para comienzos del siglo XX, el Bajo Belgrano ya era una zona populosa, mayormente de casas humildes. Los padres agustinos de la Asunción establecieron una Capilla que en 1914 se transformó en la parroquia de Nuestra Señora de las Mercedes, ubicada en la calle Echeverría, entre Migueletes y Miñones. Es un Templo pequeño, de hermosas líneas románicas. Al sur, en Villanueva y Maure, aparece algo después y por iniciativa de los monjes benedictinos, la capilla del Santo Cristo, que en 1928 será reconstruída por el padre ELEUTERIO, un sacerdote de esa orden que era también arquitecto. Tiene dos cuerpos superpuestos: el interior formado por una serie de arcos «catacumbales» y el superior, con finas columnas y un conjunto de vitrales que reiteran modelos clásicos del siglo XII. Se trata de una verdadera joya que se anticipó a la llegada de otro de los alardes arquitectónicos con que cuenta Buenos Aires: la ex Iglesia abasial de San Benito, situada en el mismo lugar. Y si aún puede oírse en la noche el rumor de las carretas cruzando con cansino paso sus calles de tierra durante la época de Juan Manuel y si allí estaban «La Blanqueada”, una pulpería donde por la mitad del siglo pasado descansaban los troperos, ubicada en lo que hoy es la esquina de Pampa y Cabildo. Y si allí estaba la casa donde el poeta JOSÉ HERNÁNDEZ eligió para vivir, en la cuadra de lo que es hoy Juramento entre Ciudad de la Paz y Amenábar, hoy, la antigua pulpería, sus chacras aledañas y los hogares de quienes poblaron las páginas de nuestra historia, yacen debajo de las torres de Belgrano en su última y moderna fisonomía, que es definida por su intensa actividad cultural, el empuje y la calidad de su comercio, la oferta de multitudinarios espectáculos y el rumor de sus habitantes que hacen del día un escenario de intensa y febril actividad y de  la noche una fiesta excitante e inigualable. Y sí, porque Belgrano es una fiesta. Sus maravillosas barrancas, sus innúmeros restaurantes, confiterías, «pools», cines y ferias artesanales, hasta sus clubes deportivos y shows artísticos, proponen una salida de jornada completa, con diversidad de posibilidades para la familia entera, que merecen ser vividas. Una propuesta que sería incompleta si no se incluyera en ella, un recorrido por sus lugares más emblemáticos. Lugares que llegan desde el fondo de nuestra Historia, que nos muestran algunos de sus capítulos y que dejan bien en claro su prosapia de Barrio Histórico. La Redonda ubicada en un punto que fuera neurálgico de la vieja aldea, en las barrancas, ocupando tierras que habían pertenecido a ROSAS y en donde existía una pequeña Capilla conocida como La Calera, la iglesia de la Inmaculada Concepción conocida como “la Redonda”, fue construida gracias a los vecinos que fueron vendiendo los materiales de su antecesora, aportando luego el dinero que fue necesario. La obra, inaugurada el 8 de diciembre de 1878, estuvo a cargo de los arquitectos JOSÉ Y NICOLÁS CANALE y a ellos se les debe su singular fisonomía. A pesar de su imponencia exterior, con altas columnas y capiteles corintios, interiormente es pequeña y posee dos entradas laterales y una principal. Al fondo y adelante, el altar mayor, de mármol blanco, y en el mismo estilo de construcción. Fue obra del escultor MIGUEL CASTELLANOS y allí, debajo de la imagen iluminada de la Virgen de la Inmaculada Concepción, una reproducción de la «Ultima Cena» de Leonardo da Vinci. Los seis altares secundarios recuerdan al Calvario, la Virgen del Rosario, San José, Santa Ana, la Virgen del Carmen y a Jesús Crucificado.  A espaldas del centro neural del barrio (Cabildo y Juramento) y rodeada de jardines, esta iglesia ha sabido crear un amplio ámbito de serenidad y recato, propicio para la oración y la reflexión.   Al fondo y tangencialmente a su círculo, se levantan antiguas dependencias del templo que conservan su original arquitectura. Sobre el lateral paralelo a la avenida Cabildo, cruzando un antiguo y rústico portón de madera, quien desee darse “un baño de hispanidad”, podrá ingresar al Museo Municipal de Arte Español Enrique Larreta”, Una casa que fue una de las principales de la zona. Fue adquirida por MERCEDES CASTELLANOS DE ANCHORENA, quien la compró para regalársela a su hija JOSEFINA, esposa de ENRIQUE LARRETA. Por órdenes de él, se realizaron algunas modificaciones y se introdujo una gran colección de obras de arte, principalmente renacentistas españolas del siglo XVI y barrocas. Posee además una biblioteca con más de siete mil volúmenes sobre literatura y arte español y por supuesto, la obra completa de Larreta. En 1962, después de la muerte de Larreta, la Municipalidad de Buenos Aires la adquirió para instalar allí un Museo de arte español. La antigua residencia funciona hoy como centro cultural donde se desarrollan espectáculos teatrales, musicales e infantiles. En la calle Mariscal Sucre, entre Arcos y Cuba, supo existir una casa estilo normando con balcones y un ángel, una figura alada que parecía custodiar el lugar y que actualmente se encuentra en el Museo de la Ciudad. Vivía allí un joven francés (dice que se llamaba Càceres), que introdujo en nuestro país el elegante deporte de la esgrima, actividad ésta que era practicada por la clase privilegiada de nuestra sociedad. A pesar de haberse realizado allí, más de 300 duelos, nunca murió nadie gracias a que su dueño, siempre lograba que la policía suspendiera el lance, antes de que se produjera un desenlace fatal. Al morir éste, dejó la casa a su esposa e hija, quienes la vendieron luego a una sociedad. Por entonces, dados sus antecedentes, se presentó un pedido para que fuera el Museo del deporte, pero la iniciativa no prosperó y lamentablemente la “casa del Angel” desapareció y sólo quedó de ella un terreno baldío. Un paraje singular del barrio de Belgrano,  que a la inventiva popular le sirvió para definir  el destino de los burreros, que habían perdido hasta la camiseta en alguna reunión del Hipódromo Nacional y se decía que habían quedado en pampa y la vía, funcionó en Belgrano, frente al hoy estadio de River Plate, hasta 1912 y fue esa actividad hípica,  demandante de coquetos “studs” o caballerizas que pronto poblaron el lugar, lo que convirtió a Belgrano en el barrio «studero» por excelencia de Buenos Aires, y el pequeño y ajetreado mundillo de los cuidadores de caballos, quedó reflejado en la letra del tango «Bajo Belgrano», de AIETA y GARCÍA GIMÉNEZ, que CARLOS GARDEL supo cantar con impar maestría, no solamente por la calidad de su voz sino porque él también fue un apasionado de las carreras y dueño de varios caballos, entre ellos Lunático, una monta memorable de otro «monstruo». IRINEO LEGISAMO. Al Belgrano, «studero» hoy le quedan un par de caballerizas transformadas en elegantes restoranes, que mantienen viva la llama del recuerdo y el ejercicio de la equitación en el barrio. Ubicada en O’Higgins 2390 se encuentra el “Museo Casa Yrurtia, lugar donde vivió este escultor y profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes y académico titular de Bellas Artes, de vasta trayectoria. Como consecuencia de una ley patrocinada por el doctor ALFREDO PALACIOS, en 1942 se convirtió en Museo y el mismo YRURTIA, estuvo a cargo de la dirección del establecimiento hasta su muerte en 1950. En el patio de la residencia puede admirarse el grupo escultó­rico «Los Boxeadores», una de sus más logradas obras, que fuera premiada en Nueva York. Hay también calcos del complejo «Canto al Trabajo» y del «Moisés» así como también un auténtico Picasso. El museo Domingo Faustino Sarmiento cuya sede de hoy, fue el Palacio Municipal, en las épocas que Belgrano era ciudad y no barrio y en la que más tarde, deliberaron la Cámaras Legislativas, cuando Belgrano fue la capital de la República, durante la crisis de 1880. Construido en las proximidades de la plaza General Belgrano, por el arquitecto JUAN BUSCHIAZZO, contiene además de infinidad de objetos pertenecientes al gran sanjuanino, documentos y reliquias que le pertenecieron, documentos originales del Congreso Nacional de 1880 y de Nicolás Avellaneda. La casa fue construida, en un principio, para que funcionara en ella la Municipalidad de Belgrano (cuando todavía era pueblo de Belgrano y fue declarada Monumento Histórico Nacional, dado que allí habían sesionado las Cámaras Nacionales en los meses de junio a setiembre de 1880. Por iniciativa de RICARDO LEVENE y en coincidencia con el cincuentenario de la muerte de SARMIENTO, en 1938, se dispuso a convertirlo en museo, centro de estudios e investigaciones de la época. La biblioteca posee 20.000 volúmenes especializados en historia argentina y contemporánea. Las barrancas, accidente topográfico más notable de Belgrano, que  los “belgranenses”, afirman que son el producto de su deseo de rodearse de belleza ya que en 1871 los vecinos las adquirieron a la Municipalidad, con el fin de hacer en ellas jardines para impedir así, la construcción de casas que obstruyeran la hermosa vista al río que desde ellas se gozaba en aquellos días. Hoy el rio no se ve,pero es posible aún disfrutar de esos jardines, con tres arboladas y nostálgicas manzanas rodeadas por las calles La Pampa, 11 de Septiembre, Zavalía, Luis María Campos y Juramento, Entre las varios ornamentos que allí se instalaron para embellecerlas,  se destaca la “Fuente de los Delfines”, construida con 22 bloques de mármol trabajados rústicamente por el escultor JOSÉ ARDUINO y donada por NICOLÁS MIHANOVICH; el monumento a MANUEL BELGRANO, el más antiguo de este prócer que existe, una obra del escultor LUCIO FONTANA que fue  donada a la ciudad por ANTONIO SANTA MARÍA en 1899 y que antes de ser vandalizada tenía unos hermosos versos de MANUEL MUJICA LÁINEZ grabados en su pedestal; una réplica de la Estatua de la Libertad, una Diana Cazadora, un busto del general SAN MARTÍN: otro de LUIS PERLOTTI, un mástil con relieves de ARTURO DRESCO;  una glorieta central, donde ha actuado la Banda Sinfónica Municipal y que los chicos utilizan el resto de la semana como una circular pista de patinaje y árboles, muchos árboles, son el legado que nos dejaron aquellos soñadores, para que hoy lo disfrutemos todos. El bajo, llamado también Belgrano Chico es una parte del barrio de Belgrano que se extiende desde las Barrancas de Belgrano, desde las vías del Ferrocarril General Mitre hasta el Río de la Plata y desde donde termina el barrio de Palermo, hasta el límite con el barrio de Núñez. Dentro de este sector se encuentra el denominado «Barrio River». Es la zona baja del barrio de Belgrano, y al igual que toda la costa entre Palermo y San Fernando, era originalmente un área pantanosa, cubierta de juncos que siempre se inundaba con las crecidas del Río de la Plata, circunstancia que era aprovechada por muchos habitantes de la zona que se dedicaban a cortar estos juncos para vendérselos a los “quinteros” que los utilizaban para atar las verduras, hacer sus tomateras y otros empleos. Este paisaje recién comenzó a cambiar en la segunda mitad del siglo XIX, con la construcción de los terraplenes del Ferrocarril Norte (hoy Ferrocarril General Mitre), con cuya llega desaparecieron los juncos de la costa de Palermo y surgieron los primeros asentamientos con humildes viviendas y pobladores, la mayoría gente con pocos recursos, generalmente que trabajaban en las instalaciones de Obras Sanitarias o en la Municipalidad, aunque la gran mayoría se dedicaba a la pesca o a la recolección de juncos, mientras  las mujeres lavaban y cosían para las familias de la zona alta de Belgrano. Hasta 1936, cuando el arroyo Vega que atravesaba el Barrio y tiraba sus aguas en el Río de la Plata fue entubado, los vecinos lo cruzaban utilizando un precario puente, conocido como “Puente del Aburrido”, que estaba a la altura de las actuales calles Artilleros y Blanco Encalada y no se sabe la razón tal nombre. También muchos árboles en la antigua Plaza de Belgrano, dando cabida a vecinos y paseantes, niños en sus juegos y adultos en sus bancos, vigilados por tres graciosas ninfas de mármol, obra de ANTONIO CANO, que púdicamente ocultan su desnudez, tras cómplices matas y arbustos. Y esto no es todo, honrando la memoria de las unidades que participaron en la defensa de Buenos Aires, durante las invasiones inglesas, algunas de sus calles que corren paralelas al Río de la Plata, llevan el nombre de regimientos que participaron en esa epopeya. Pero aquí no se acaba la vocación por la belleza y la cultura de quienes imaginaron este hermoso espacio de la ciudad de Buenos Aires. Y hay más en este mítico barrio. Dentro de sus límites catastrales, se encuentra el monumento a Güemes (Figueroa Alcorta y Pampa), el monumento a los caídos en cumplimiento de su deber de la Policía Federal (Figueroa Alcorta y Monroe), el Club Hípico Argentino, la Plaza República de Méjico,  el Templo  Evangélico Bautista,  la Sinagoga de la comunidad Bet El, el Centro Argentino de Cultura Irlandesa, La casa que fue de Valentín Alsina, la fuente monumento al IV Centenario de la fundación de Buenos Aires y otros muchos lugares de interés

Fuente: Instituto Histórico de la ciudad de Buenos Aires

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