Hay 40 nuevas obras, más de 50 locales gastronómicos, 6 lotes en demolición y a esto se suman las obras del Playón de Colegiales con 80 mil m2 de superficie edificable y 65 mil m2 más de edificación en el predio del Dorrego
Los vecinos de Colegiales afirman que no se oponen al progreso de la construcción de viviendas, pero enfatizan que debe ser con el propósito de mejorar la vida de los habitantes en lugar de empeorarla. Hace aproximadamente dos años solía ser uno de los barrios más serenos y atractivos para residir. Sin embargo, aseguran que ya no conserva su carácter residencial y su idoneidad para las familias.
En un lapso corto, las 230 hectáreas que conforman el barrio experimentaron transformaciones notables debido al crecimiento desenfrenado de la edificación de nuevas estructuras, la aparición de bares, restaurantes y centros gastronómicos, así como la demolición de terrenos que avanza sin cesar.
Aquellos que abogan por preservar la calidad de vida en el distrito de Buenos Aires están tratando de detener el crecimiento inmobiliario desmedido y sin supervisión. Basta con dar un paseo por alguno de los barrios para comprobar que el concreto ha arrasado con las áreas verdes y que miles de viviendas familiares se han convertido en edificios o establecimientos gastronómicos.
La implementación del nuevo Código Urbanístico aprobado en 2018 ha resultado en un incremento significativo de la capacidad de construcción en metros cuadrados, lo cual ha tenido consecuencias negativas en cuanto a la utilización de suelos absorbentes y ha ocasionado cambios drásticos en los barrios.
Los desarrollos inmobiliarios autorizados por la actual administración resultarán en un incremento desmesurado de la población en un corto período de tiempo, superando la capacidad de acogida del barrio. Se teme que esto genere un colapso en los servicios de infraestructura, como electricidad, gas, alcantarillado, sistemas de drenaje pluvial, estacionamientos, entre otros. Además, se prevé un aumento en la demanda de espacios verdes, escuelas, centros de salud, y Centros de Integración Municipal (CIM), entre otros servicios necesarios.
Las organizaciones vecinales estuvieron trabajando en un proyecto de ley para presentar en la legislatura, justamente para tratar de frenar el avance del desarrollo inmobiliario desmedido, ya que no están en contra del desarrollo inmobiliario, pero creen que tiene que ser una cosa controlada, organizada y de alguna forma para mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio y no para empeorarla, también desplegaron un gran operativo por el barrio, acompañados por expertos y profesionales de la construcción para relevar el avance de las nuevas obras, la demolición de casas y antiguas viviendas y la ocupación del espacio público que realizan los locales gastronómicos.
Empezaron sobre el polígono delimitado por las calles Lacroze, Álvarez Thomás, El Cano y Cramer. En apenas 70 manzanas detectaron más de 40 obras nuevas, 18 lotes en venta o vendidos, más de 50 locales gastronómicos ya instalados y 5 o 6 lotes más que ya están en demolición, sumado a esto, las grandes obras que están pendientes o algunas que ya se empezaron, como la del Playón de Colegiales.
Como consecuencia de esta explosión desmedida, existen construcciones sobre la calle Gregoria Pérez que provocaron daños en viviendas aledañas e incluso en la infraestructura de la zona, similares a los casos de Belgrano y Nuñez.