Desde hace unas semanas, la propiedad se encuentra en venta y el desprendimiento será un desafío para la familia Pereira dueños de la misma en los ultimos 80 años.
Se trata de una casona que se encuentra protegida e integra el listado de edificios singulares de la Ciudad de Buenos Aires. No se puede alterar su fachada y tampoco su volumetría y al margen de su importante valor de mercado, lo que importa es que siga existiendo….
Es sin dudas una de las casas más famosas de Núñez. A diferencia de muchas otras viviendas unifamiliares de la zona, esta no tiene construcciones adosadas. Y está llena de detalles que llaman la atención de todos los que pasan, como el techo de tejas con diferentes planos o el vitral de entrada.
Pero además, en este chalet vivió un vecino ilustre de Núñez: don Eduardo Mauricio Pereira Ramírez. Nacido en 1899, fue médico pediatra y cirujano de niños y niñas. Hizo toda su carrera en el Hospital Pirovano y, además, atendía en su casa. Murió en 1988 y, en su homenaje, sus nietos conservaron su consultorio con el mobiliario intacto.
La construcción de la casona arrancó en 1921 y finalmente fue habitada en 1925. Originalmentele perteneció a Pío Parolo. Los Parolo vivieron allí hasta 1933 y después se la alquilaron a los Pereira Ramírez, quienes la adquirieron en 1939. Desde ese momento, sigue en la familia.
En la planta baja están los usos públicos, salas de estar y el consultorio médico, mientras que las habitaciones se encuentran en los dos pisos superiores. La casa tiene dos terrazas, además de un garage que guarda una joya: un auto Valiant del año 1965.
Los pisos son de pinotea y las puertas, ventanas y escaleras también están hechas de madera. Incluso las rejas perimetrales eran de madera torneada, pero se perdieron por la falta de mantenimiento. Las tejas francesas se conservan intactas.
Decididamente, por aquellos años buena parte de los edificios monumentales y también de las casas ubicadas en los barrios, de mayor o menor importancia, fueron construidos por italianos. Por supuesto, también por españoles, el segundo colectivo de inmigrantes llegados de Europa.
Según los datos publicados por el Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (CEDODAL), para fines del 1800 el 60% de los constructores eran italianos, así como el 65 % de los carpinteros y el 70% de los herreros.
Cuando se construyó la casa, los barrios de Núñez y Saavedra aún seguían siendo las «afueras» de la Ciudad, por eso también los profesionales médicos eran como un faro. En el caso de Pereira Ramírez, sus nietos cuentan que además de niños y niñas, también atendía las urgencias que llegaban incluso de noche o en plena madrugada.
Efectivamente, don Eduardo fue un profesional muy reconocido a lo largo de su vida y de su recorrido en la salud pública. La familia conservó una carta que le hizo llegar el entonces presidente Juan Domingo Perón, justo un mes antes de ser derrocado por la Revolución Libertadora, en septiembre de 1955.
«Me es altamente grato hacerle llegar mi profundo reconocimiento en nombre del pueblo a cuyo servicio deben estar siempre los afanes y el sacrificio de los médicos que son conscientes de su elevada responsabilidad», firma el general de puño y letra.