A pesar del aluvión de criticas las ciclovias de Libertador “calle compartida”siguen avanzando pero con modificaciones a la traza original.
Ahora de un solo lado del corredor, ya están concluidas en el 69% de la segunda etapa del proyecto, que va desde el Viaducto Mitre (Comuna 13) hasta la avenida Sarmiento (Comuna 14). La tercera fase, hasta la calle San Martín del barrio de Retiro, estará lista para fines de este año.
Hoy la obra de 11 kilómetros se desarrolla a lo largo de los 700 metros que separan las avenidas Olleros y Dorrego, donde se pintan demarcaciones, se corren los semáforos y se construyen paradas de colectivos y canteros en la mano hacia Retiro.
La primera fase, entre General Paz y el Viaducto Mitre (a la altura de La Pampa), está habilitada desde mayo. Actualmente se están terminando los refugios en las paradas entre Roosevelt y Blanco Encalada y colocando las barandas o separadores en buena parte de las plataformas ya finalizadas y en estos días se seguirán incorporando las que restan, indica la Secretaría de Transporte y Obras Públicas de la Ciudad, a cargo del diseño y desarrollo del proyecto bajo el concepto de «calle compartida».
El proyecto tuvo que ser revisado y cambiado en algunos tramos debido a que no resultaba funcional y provocaba quejas constantes de los vecinos.
Las barandas de las plataformas son claves para ordenar el tránsito peatonal que usa el transporte público, ya que las ciclovías de este tramo se ubican a ambos lados de la avenida entre la vereda y las dársenas de espera de colectivos. Sin ellas, siguen los cruces indebidos de peatones, que en muchos casos se bajan de la parada fuera de la senda peatonal, sin advertir el riesgo de cruzarse con algún ciclista.
Otro problema con esas paradas es su extensión, que resulta insuficiente en hora pico. Un día hábil por la tarde, cuesta encontrar lugar para esperar el 15 o el 130. Las filas de pasajeros entonces van y vienen, serpentean por la plataforma, un caos con tal de que todos estén parados sobre ella y no en la ciclovía.
Otra estrategia para compensar el efecto de los cambios se ve en cómo estacionan los grandes camiones de proveedores. Las dársenas de detención para ascenso y descenso de pasajeros y para carga y descarga miden menos de seis metros de largo. Espacio insuficiente para un camión como el que reparte gaseosas, cuyo conductor termina parando en doble fila.
Con todo, las dársenas sí son suficientes para un auto o una camioneta. Pero la mayoría de sus conductores opta por pararse en doble fila unos metros más adelante o atrás, al lado de la ciclovía o sobre ella.
En junio, vecinos presentaron un recurso de amparo para solicitar una cautelar y frenar la obra. Lo hicieron a través de la Fundación Ciudad y el Observatorio del Derecho a la Ciudad. “Este proyecto va contra la Ley 123 de Impacto Ambiental y el Acuerdo de Escazú sobre democracia participativa, ya que es una obra de impacto ambiental con relevante efecto”, señala Jonatan Baldiviezo, presidente del observatorio.
La causa, que tramita en el Juzgado N° 15 en lo Contencioso Administrativo, aún no tiene sentencia de fondo. Pero el juez Víctor Trionfetti ya emitió una resolución en julio que desestima la cautelar pero ordena al Gobierno de la Ciudad que acredite “suficientemente la información brindada y los procedimientos y, en su caso, instancias que hayan garantizado la participación de los vecinos”.
A esa resolución apelaron tanto el Gobierno de la Ciudad como los amparistas. La Cámara de Apelaciones aún no se expidió. Mientras tanto, se abrió un proceso para solicitar participar en la causa como parte querellante, cuyo plazo venció a fines de septiembre. Entre quienes pidieron figurar están el Consorcio de Copropietarios de Libertador 7790 (esquina Paroissien) y vecinos que viven al 7050 y al 8520.
Pese a haber apelado, el Gobierno de la Ciudad acató la orden de garantizar instancias de participación, a través de reuniones con vecinos y asociaciones de frentistas. Pero, además, le hizo al proyecto un cambio fundamental para su segunda y su tercera etapa: decidió que hubiera ciclovía bidireccional más ancha de un solo lado -el más cercano al río- entre el Viaducto Mitre y el barrio de Retiro, en lugar de una unidireccional a cada lado de Libertador, como construyó entre General Paz y el viaducto.
A la causa también pidieron entrar partes afectadas al segundo tramo de obra. Son integrantes de la Asociación Cooperadora de la Escuela N° 5 del D.E. N° 9 “Honorable Congreso de la Nación”, en Libertador entre Maure y Olleros, y de la del jardín de infantes allí ubicado. Hay otros cuatro establecimientos educativos en ese predio.
En su vereda hubo bicisenda durante años. Ahora que ese paso ciclista se movió a la calle, el Gobierno porteño colocó un cartel que pide que en horario de ingreso y egreso de alumnos se vaya “bici en mano”. Para los padres de alumnos, eso no es suficiente.
“De 8 a 20 hay alumnos bajando de los autos. Los papás paran en doble o triple fila, los chicos tienen que cruzar la ciclovía y los ciclistas no paran”, señala una integrante de esa cooperadora, que prefiere mantener su nombre en reserva.
Cuenta que el Gobierno de la Ciudad mantuvo una reunión con los directivos de la escuela pero “solo fue para informar”. Y reclama: “Queremos que construyan una dársena como hicieron en el Hipódromo o en el restaurante de estilo americano, pero nos dijeron que no se puede romper la vereda -remarca-. No mandan personal policial para controlar a los ciclistas, pero sí para multar a los padres en doble o triple fila”.