Como en Villa Ortúzar, como en Bajo Belgrano, como en Colegiales, Parque Chacabuco y Villa Santa Rita, los vecinos de Núñez también decidieron salir a la calle y visibilizar una preocupación que los atraviesa: la transformación de su barrio, la pérdida de un entorno que lo caracteriza, de una identidad, de casas bajas unifamiliares, veredas arboladas y viviendas singulares que dan cuenta de la historia de un rincón de la Ciudad. Núñez uno de los barrios de nuestra Comuna 13 se encuentra asistiendo a una profunda reconfiguración urbana. Esto sucede bajo el amparo de una ley que se votó en 2018 en la Legislatura porteña y que modificó los Códigos Urbanístico y de Edificación. Por ejemplo, y entre muchas otras cosas, permite «enrasar o completar el tejido» de una manzana. Antes determinaba el tamaño de las construcciones en base a la superficie de los terrenos. Luego de los cambios, se rige por la altura. Ocurre que, tanto en Núñez, como en otros barrios, se da un ciclo que arranca con la venta de casas unifamiliares, su demolición y la construcción de edificios «bajos», entre medianeras. Muchos de estos edificios tienen cuatro pisos y dos pisos más, retirados de la línea municipal. Se ven replicados en muchísimos barrios. Son como un bloque multiplicado por cientos, uniformes, mayormente grises y triplican y hasta cuadruplican la capacidad constructiva que estaba permitido con el código anterior. La preocupación de los vecinos está enfocada en el polígono delimitado por las calles Vuelta de Obligado, el boulevard Comodoro Martín Rivadavia, la General Paz, Víctor Pissarro y su continuación, Tres de Febrero. Muchos conocen esta parte del barrio, ubicada a metros de Vicente López, como Lomas de Núñez. El marco de este polígono son las avenidas Del Libertador y Cabildo, en donde la construcción de torres ya está consolidada desde hace décadas. Las dimensiones de los departamentos que se construyen pueden tener desde 21 metros cuadrados con el nuevo código, entonces en un terreno en el que antes vivía una familia ahora se agruparían 10 a 20 personas con la consecuencia directa sobre la posible saturación de los servicios públicos, de no realizarse inversiones para su expansión. Las imágenes aéreas muestran cómo los emprendimientos van copando las manzanas hacia el centro, adquiriendo más y más terrenos. Porque ocurre que por un lado la presión de los desarrolladores es muy fuerte y muchos vecinos también temen quedar «encerrados» entre edificios entonces deciden vender e irse y asi el ciclo continúa y crece. Un punto de inflexión fue la demolición de la casona histórica, «Qui si sana», ubicada en la calle O´Higgins 4560. La residencia era de 1908 y tenía una tipología única: de estilo ecléctico italianizante, no estaba apoyada sobre medianeras, tenía jardines sobre ambos lados y un mirador. Aunque nunca se supo quién fue el arquitecto que la construyó, sí se sabe que estaba inspirada en un instituto sanitario de la isla de Capri, en Italia. Estuvo cerrada durante varios años, luego fue tapiada y aunque los vecinos quisieron salvarla de la picota, no lo lograron. Las protestas por la construcción de una torre específica afectando a una manzana quedaron atrás para dejarle paso a problemáticas que amenazan a todo un barrio. No son 10 o 20 vecinos detrás de un tema en concreto. Son cientos de familias afectadas por cambios fundamentales, que impactan en sus vidas cotidianas.
Esto sucede bajo el amparo de una ley que se votó en 2018 en la Legislatura porteña y que modificó los Códigos Urbanístico y de Edificación
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