Son los 200 metros linderos a las vías del tren Mitre y que recorre la calle Víctor Pissarro en el barrio de Núñez de nuestra Comuna 13
Residuos acumulados, restos desordenados, contenedores de desechos sin supervisión, vehículos estacionados sobre la acera y caos de tráfico debido a la doble circulación. Estas fueron algunas de las situaciones que empezaron a inquietar cada vez más a un grupo de residentes de las cuadras cercanas a los 200 metros adyacentes a las vías del tren Mitre, que atraviesa la calle Víctor Pissarro en el barrio de Núñez.
Con este contexto y preocupados por el tema de la seguridad y el deterioro evidente de esta calle, el grupo de vecinos decidió intervenir. Se reunieron para dialogar y se dirigieron a la Comuna buscando ayuda y apoyo para los jóvenes que se encontraban en la calle, pero no obtuvieron respuesta. A pesar de ello, determinaron que querían y podían participar en un proyecto que transformara el barrio en un lugar agradable para vivir.
Su objetivo era convertir este espacio en un entorno viable y escapar del pesimismo. La iniciativa del cuidado ciudadano podría contribuir y generar un sentido de pertenencia al espacio público, diferente al de un simple espectador. En muchas ciudades de Europa, estas prácticas son comunes, especialmente donde la vegetación es escasa. La motivación era restaurar el lugar tanto desde el punto de vista social como ambiental.
La oportunidad perfecta surgió cuando el grupo de jóvenes que se había instalado en el lugar finalmente lo abandonó. Su primera acción fue limpiar la basura, nivelar el suelo y solicitar a los servicios de recolección de residuos que movieran los contenedores presentes. Pintaron el cordón de amarillo y, siguiendo las indicaciones del Gobierno de la Ciudad, colocaron señales de prohibido estacionar.
Un total de 80 vecinos se unieron, recaudaron fondos y comenzaron en marzo. Desde hace nueve meses, muchas personas se acercaron para donar plantas. Compraron tierra, troncos y rescataron plantas, recibieron esquejes y, gradualmente, las veredas a lo largo de los 200 metros adyacentes a las vías del tren, desde Ramallo hasta Ruiz Huidobro, fueron completamente transformadas en áreas verdes.
Para los trabajos iniciales, fue necesario contratar a un jardinero. Valorizar un área tan deteriorada demandó jornadas extensas bajo el sol, con pico y pala en mano. Los vecinos también se encargaron de limpiar y podar una palmera datilera en el espacio, así como los árboles plantados a lo largo de los años. Adquirieron una motosierra y una escalera de quince metros de altura para acceder a las copas de los árboles. Una vez que el suelo estuvo nivelado, comenzaron a plantar ejemplares de Aloe Vera.
Con el objetivo de preservar el trabajo realizado, crearon senderos con hojas secas y colocaron una red para evitar el ingreso de perros. Como parte del plan de mejora, realizaron compras como mangueras extensas compartidas entre los vecinos para regar todo el espacio. En octubre, intensificaron sus esfuerzos plantando semillas con la esperanza de que florezcan en verano. Cosmos, Godelias, Espuelas de caballero, Zinias, Portulacas y Zanahorias son algunas de las variedades que ya fueron sembradas.
Los vecinos se reunieron con la Comuna 13, donde se les informó que esos 200 metros son considerados un «no lugar». No pertenecen ni a los trenes ni a la comuna. El espacio desde la cerca hasta las vías corresponde a Ferrocarriles Argentinos, mientras que del otro lado de la cerca pertenece al gobierno de la Ciudad, que divide ese espacio en comunas y asigna veredas para su mantenimiento, proporcionando un presupuesto anual. Estas veredas no están asignadas ni figuran en el mapa, por lo que no son responsabilidad de la comuna. Sin embargo, el gobierno nacional no se encarga del mantenimiento, solo realiza obras.
Los Jardines de Pissarro, como cariñosamente llamaron los vecinos al espacio que crearon, se convirtieron en un conocido paseo después de nueve meses de trabajo. No solo es frecuentado por residentes del barrio, sino también por aquellos que pasan ocasionalmente por el lugar, como paseadores de perros, ciclistas, corredores y personas que caminan. Todos disfrutan de dos cuadras donde las plantas y las flores, junto con el aire fresco, los colibríes, las abejas, las cotorras, palomas y otras aves, dan la sensación de sumergirse por unos minutos en un verdadero oasis verde en medio de la ciudad.
El espacio se complementa con una compostera de hojas y pasto, así como otra de verduras que se queda pequeña debido a la cantidad de residuos vegetales que la comunidad lleva allí. Próximamente, con la intención de incluir a diferentes grupos de edad del barrio, se instalará un hotel de insectos compartimentado para recrear distintos entornos acogedores para diversas especies.
Es muy gratificante haber participado en esta iniciativa de recuperar una franja de tierra que, como ha sido muy bien detallada en el artículo, aparentemente no le pertenece a nadie. Y con buenas intenciones y esfuerzo compartido, nos «adueñamos» de ella para embellecerla, cada familia adoptando en cierto modo una pequeña porción para su mantenimiento. Esta actividad nos unió como vecinos teniendo un objetivo común, nos humaniza más y nos invita a comunicarnos entre nosotros y con la naturaleza día a día.
Excelente iniciativa de los vecinos!!! Desde Tiempo de Belgrano apoyamos y difundimos estas iniciativas!!