Nuñez: cómo es el vehículo autónomo de pasajeros que se está probando

La versatilidad del Navya incluye rampa para subir con sillas de ruedas, dirección en las cuatro ruedas, es eléctrico y mide 2,67 metros de altura
El Instituto Tecnológico de Buenos Aires trabaja con un transbordador autónomo en el Parque de la Innovación

Uno de los eventos que generó gran repercusión en las últimas semanas en el ámbito del automóvil argentino fue la determinación del recién instaurado gobierno de Javier Milei de incluir en la Ley Nacional de Tránsito número 24.449 la opción de contar con vehículos autónomos en el porvenir.

Es una meta bastante distante debido a la carencia de infraestructura y avances tecnológicos a nivel global, además de que la legislación argentina no contemplaba esta posibilidad, lo que podría desincentivar inversiones a corto y mediano plazo en la industria. Otro desafío pendiente de abordar es la ausencia de una Ley de electromovilidad, una cuestión que ha sido postergada por más de cuatro años y que tampoco favorece la promoción de la movilidad sustentable.

A pesar de los obstáculos mencionados, existen algunos proyectos en curso en diversas instituciones que han experimentado avances significativos. A finales de 2022, se dio a conocer en la Universidad de San Andrés lo que podría considerarse como el primer vehículo autónomo en Argentina. Se trata de un Ford Fusion importado de los Estados Unidos por el Laboratorio de Inteligencia Artificial y Robótica de dicha Universidad, en el cual se está desarrollando un software propio para gestionar el sistema completo de conducción autónoma del vehículo.

El segundo proyecto en curso, que ya está en funcionamiento y cuenta con un vehículo operativo, es liderado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) en el Parque de la Innovación de Buenos Aires de nuestra Comuna 13, el cual es el primer HUB tecnológico, educativo y científico en el que participan universidades, centros de investigación y empresas nacionales.

Las dos diferencias clave entre este proyecto y el de San Andrés radican en que el vehículo no dispone de una posición de conducción convencional para la intervención humana y que su sistema de propulsión es completamente eléctrico. La adquisición del vehículo se realizó a la compañía GMM, de origen franco-japonés, y fue fabricado por la marca francesa Navya, especializada en movilidad autónoma. Además, está equipado con componentes de detección desarrollados por Valeo.

Se trata de un transbordador con dimensiones de 4,78 metros de longitud, 2,10 metros de ancho, una altura de 2,67 metros y un peso de 2.600 kg. Tiene la capacidad de transportar hasta 14 personas, con 11 asientos y espacio para tres pasajeros de pie. El trayecto de este vehículo autónomo se establece a lo largo del corredor central, con paradas planificadas en los cinco parques del recinto, siguiendo un patrón similar al que ya se emplea para este tipo de vehículos en diversos países. El sistema de conducción autónoma de este Navya hace uso de tecnologías GNSS, superiores al GPS, que se georeferencian mediante satélites y LIDAR. Se valen de la localización coordinada a partir de un mapa cartografiado y un modelo tridimensional del entorno.

La conducción autónoma constituye una faceta del desarrollo tecnológico en el ámbito de la Inteligencia Artificial (IA) y el aprendizaje automático (Machine Learning). Este concepto abarca diversos niveles de asistencia tecnológica, clasificados del Nivel 1 al 5. En el Nivel 1, el automóvil colabora únicamente con el humano en funciones básicas, mientras que en el Nivel 5, la tecnología reemplaza completamente al conductor.

Los vehículos Navya que actualmente se someten a pruebas en el Parque de la Innovación corresponden al Nivel 4 de conducción autónoma. En este nivel, aunque se mantienen controles que posibilitan una intervención humana eventual para controlar la dirección y la propulsión del transbordador, la tecnología a bordo es lo suficientemente avanzada como para permitir su desplazamiento autónomo bajo condiciones físicas específicas.

La movilidad autónoma se relaciona con su entorno a través de un mapeo tridimensional detallado del recorrido y sus cercanías. Este proceso se lleva a cabo antes de poner en marcha el sistema, utilizando radares de alta precisión que registran todos los obstáculos e interferencias presentes. Esta representación planimétrica sirve posteriormente para establecer la ruta que el vehículo autónomo seguirá de manera independiente. Cualquier objeto no identificado se considerará como un obstáculo, lo que resultará en la detención del vehículo.

El ITBA no está encargado del desarrollo del software del vehículo autónomo, sino que se focaliza en la creación de un sistema de carga inalámbrica que incorpora paneles solares en la estación actual del vehículo. Este enfoque busca establecer un circuito cerrado de energía, permitiendo que la movilidad sea completamente sostenible con energía verde. Más allá de este desarrollo específico, el objetivo del proyecto es introducir este tipo de movilidad en la ciudad como una iniciativa preliminar hacia la movilidad autónoma. La idea es aprender acerca de su funcionamiento para eventualmente implementarlo en el futuro en las vías públicas, fuera del ámbito del Parque de la Innovación.

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