Dengue en aumento

Aedes Aegypti es el mosquito vector del dengue y de la fiebre amarilla
El año se despide con un preocupante aumento en casos de dengue donde se registraron un total de 135.676 de los cuales 68 fueron fatales

Definitivamente, el dengue es un problema creciente de Salud Pública no solo local, sino a escala mundial. Si bien el cambio climático, la inadecuada recolección de residuos, el aumento de viajes y migraciones y la gran cantidad de reservorios (posibilidad de almacenamiento de agua) que sirven como criaderos del vector son, entre otros, los principales factores para su desarrollo; también es posible plantearnos si existe a nivel de políticas públicas alguna responsabilidad de aquellos que toman las decisiones para el crecimiento de los casos.

En el año 2009, Argentina generó el documento Plan Nacional para la Prevención y Control del Dengue y la Fiebre Amarilla, cuya finalidad fue lograr que nuestro país se encontrara en la situación más favorable posible para hacer frente al brote que se inició en la temporada primavera-verano de ese año, y se basó en la Estrategia de Gestión y Control Integrado del Dengue, formulada con la participación de la OPS/OMS. Contenía las acciones que Salud debía de encarar y las que debía demandar a otras reparticiones del Ejecutivo y a las fuerzas vivas de la sociedad para responder globalmente a la prevención y al tratamiento de esta enfermedad.

Si bien el Ministerio de Salud de la Nación tiene la obligación de asegurar la mejor respuesta posible en la atención a la población, las acciones que corresponden a la prevención están en gran medida fuera de su alcance. El objetivo general fue el de reducir la morbi-mortalidad por dengue, disminuir el riesgo de propagación de brotes y prevenir la endemicidad, y reducir el impacto socioeconómico del dengue. Si uno observa la evolución que tuvo la enfermedad en los últimos años con epidemias con número crecientes de casos puede deducirse que no se han cumplido ninguno de estos objetivos.

En nuestro país, desde la reemergencia en 1998 la tendencia en número de casos está en ascenso y con tres grandes epidemias: en 2009, por ejemplo, hubo 27.681 casos; en 2016, 41.276 casos; en 2020, 58.452 casos. Pero los datos de 2023 son verdaderamente alarmantes: se registraron 135.676 casos de dengue y 68 casos fatales hasta la semana epidemiológica 50, según datos del Boletín Epidemiológico Nacional N°683/23.

Hace tan solo unos meses, la ANMAT aprobó una nueva vacuna de ADN recombinante tetravalente contra el dengue (Qdenga) que contiene genes de las proteínas de superficie específicas de cada serotipo, insertados en el esqueleto del dengue tipo 2. La vacuna está indicada para la prevención del dengue en personas a partir de los 4 años de edad en una dosis de 0,5 ml en un programa de dos dosis (0 y 3 meses), independientemente del estado serológico previo, mediante inyección subcutánea preferiblemente en la parte superior del brazo.

Esta vacuna nos brinda una herramienta más para combatir al dengue. En los estudios de investigación mostró una eficacia del 90,4% para prevenir la hospitalización por dengue y del 85,9% contra el dengue hemorrágico, aunque varió según los serotipos. Debe considerarse para su indicación a niños mayores de 4 años de edad y adultos que habiten en áreas con riesgo de transmisión, con o sin infección previa, y viajeros a áreas endémicas teniendo en cuenta el destino, serotipos circulantes, estación del año, tiempo de estadía y características del viajero (mayor riesgo en aquellos que visitan familiares y amigos). Recordar que para completar el esquema de 2 dosis a fin de lograr una adecuada inmunización previa al viaje debemos consultar preferentemente 3 meses antes.

Por otro lado, está contraindicada en las siguientes situaciones: hipersensibilidad a los principios activos o a alguno de los excipientes o hipersensibilidad a una dosis previa de Qdenga; personas con inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, incluidos los tratamientos inmunosupresores como la quimioterapia o altas dosis de corticoesteroides sistémicos en las 4 semanas previas a la vacunación, al igual que con otras vacunas atenuadas vivas; personas con infección sintomática por VIH o con infección asintomática por VIH cuando va acompañada de indicios de deterioro de la función inmunitaria; mujeres embarazadas o en período de lactancia.

 

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